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viernes, 13 de marzo de 2015

LA PEOR HERENCIA DEL KIRCHNERISMO

 
Un deporte tradicional en Argentina es el debate estéril de los economistas ortodoxos y heterodoxos al final de cada ciclo gubernamental, debatiendo sobre la tan mentada herencia de cada gobierno democrático. Una vez, en los últimos meses del kirchnerismo, vuelve a discutirse en términos de descontrol del gasto público y estancamiento productivo versus preservación del consumo y difusión de políticas de inclusión.
Precisamente, ayer la Presidenta Cristina F. anunció un nuevo aumento del Plan Progresar que beneficiará ahora con 900 pesos mensuales, a 1,2 millones de jóvenes, que pretenden seguir sus estudios universitarios o están al frente de hogares con hijos pequeños. El gobierno, a lo largo de esta década, ha hecho de este tipo de instrumentos, una de sus banderas privilegiadas, con el objetivo de beneficiar a un sector muy vulnerable laboral y educativamente. Sin embargo, llega la hora de preguntarse si tanta insistencia desde el Estado, ya sea a nivel de políticas como en los discursos oficiales, rinde sus frutos y si finalmente, por el contrario, no se terminará convirtiendo en una verdadera rémora en sí misma, proyectando sus efectos a generaciones futuras.
Así como una de las peores lacras de esta década, algo que los 40 millones de argentinos parecen haber olvidado, es decir, el saqueo de las arcas jubilatorias de las AFJPs, aquí mal difundido como estatización de los fondos privados -en realidad, de los ahorros de 9 millones de argentinos, que otra vez, dependeremos de los mendrugos que le quepan al Estado cuando dentro de dos o tres décadas, arribemos a la edad legal de retiro o plazo de años de servicio-, la propuesta inicialmente atractiva y benéfica de ayer, parece fluir en la misma sintonía. Porque detrás de la obsesión por "incluir" o "universalizar", quedan los efectos perversos. No hay menciones a "esfuerzos", "sacrificios", "trabajo", "constancia", "merecimientos", ni siquiera "transitoriedad" y mucho menos, "futuro",  en el relato oficial. Hay sólo "derechos" y "reparación" y, por supuesto, un enorme reproche a los gobiernos del pasado y amenazas a los futuros.
Pero cuando nos encontramos con realidades habituales en el paisaje social argentino, como la enorme cantidad de gente joven que abandona sus estudios secundarios y universitarios, la cantidad de madres jóvenes solteras que habitan hasta las canchas de fútbol, los niños y adolescentes que piden limosna o duermen en las calles, parques y bares, los mismos que caminan como sonámbulos, drogados bajo el efecto de estupefacientes o alcohol de dudosísima calidad, etc. etc., para no hablar de la violencia, que muchas veces se genera a partir de dichas conductas, esta población, "estigmatizada", "discriminada", "victimizada" según este gobierno, es en gran parte, recipiendaria de aquella fenomenal transferencia de ingresos. Cuál es el resultado de la misma?
O acaso, es el mismo Estado que está favoreciendo conductas sociales irresponsables, además de condenar a la dependencia definitiva y al conformismo degradante e indigno, a millones de mujeres y jóvenes, que se habituarán a recibir "desde arriba" y a reclamar en el futuro, "hacia arriba"? Cuál es la ejemplaridad social que se transmite para los muchos otros jóvenes, de clase baja, media y hasta alta, para quienes, los padres, cada vez menos, exigen o se autoexigen, por brindarse ellos mismos un futuro mejor, pero cuando visualizan esos mensajes desde el poder, tienen todo el derecho, ellos también, a esperar el correspondiente "maná del cielo"? Señores. economistas, no será ésta, la peor herencia que nos quede de semejante década, en el país que puede alimentar a medio mundo, con su capacidad productiva intacta? Me pregunto.

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