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lunes, 13 de abril de 2015

EL NARCOTRAFICO QUE NADIE EN ARGENTINA EVALUA CON SERIEDAD


"La historia del país es la historia del narcotráfico"

El investigador de la Universidad Nacional de Belgrano, Norberto Emmerich, analiza cómo los narcos empezaron a controlar territorios a partir de los vacíos que dejó el Estado. Apunta a las complicidades polí­ticas y policiales. Sostiene que la ruta del dinero es la menos perseguida. Reclama por control de fronteras.

DIARIO LA VOZ DEL INTERIOR, CORDOBA, 29/12/2013 12:08
por Juan Federico
 
Fronteras. Emmerich reclama radarización urgente y objeta la ley de derribos porque impide buscar a los cabecillas de las organizaciones.
 
La historia del país es la historia del narcotráfico. El ‘narco’ da respuestas a una situación de la que nadie responde. En José León Suárez había una fábrica para seis mil operarios. Cuando cerró, se perdió la ligazón social, hubo una ruptura familiar, el padre dejó de tener derechos amparados por un sindicato y lentamente se fue resquebrajando la unidad familiar. Es ahí cuando aparece el ‘narco’, que le ofrece al hijo de esta persona desempleada generar ingresos mayores que los de su padre”.
La definición es de Norberto Emmerich, quien es investigador de la Universidad Nacional de Belgrano y especialista en narcotráfico.
Desde hace más de 15 años, investiga cómo este fenómeno se fue asentando en el país y constituye hoy uno de los problemas centrales en la agenda política argentina.
En una entrevista con La Voz del Interior, el académico trazó los cuatro ejes clave para que la problemática se tornara estructural.
–Ahora, casi de repente, hubo una explosión mediática sobre el narcotráfico en todo el país. Sin embargo, los discursos aparecen como parciales, sin contexto.
–Es un tema complejo que tiene montones de aristas, pero en el que ahora aparece una reacción superficial, sin ningún debate político por detrás. ¿En qué consiste el tema? ¿Cuál es su historia? ¿Qué pasa con el poder político? ¿Y con la policía? Todas cuestiones que no se están afrontando.
–Parece que se resquebrajó una suerte de “doble pacto” entre la política y la Policía.
–Los gobiernos provinciales habían resuelto que la Policía se encargara de los problemas de seguridad y evitara problemas de gobernabilidad, políticos y sociales. Durante décadas, hasta que empezaron a aparecer los problemas, hubo un gerenciamiento de la Policía, para que esta se ocupara de controlar los territorios. En este gerenciamiento de la seguridad, la Policía controla el territorio y cede los negocios.
–En su análisis, marca diferentes fases que hacen a la problemática.
–Hay varios componentes. Si bien en los últimos años hubo un descenso de la pobreza en el país, no pasó lo mismo con la marginalidad, en la que se advierte un amesetamiento. Con los planes de asistencia, la gente no ingresó en el mercado laboral. Las poblaciones que no fueron incorporadas al mercado laboral quedaron muy dependientes de los vaivenes de la economía, con la inflación de los últimos cuatro años, y es ahí donde el crimen organizado aparece.
–Se aprovecha de los vacíos que va dejando el 
Estado.
–Se trata de una problemática de geografía, de territorios donde el Estado no penetra de manera eficiente. Territorios sin transporte, gas, agua, etcétera, donde sólo penetra la televisión, que es privada. Son territorios que quedaron disponibles para el narcotráfico. En aquellos lugares en los que el Estado carece de presencia territorial, ese lugar muchas veces lo ocupa el “narco”, que aparece con una “cocina” y el mercado de oferta y consumo. Esto no quiere decir que el “narco” quiera desplazar al Estado, sino que se aprovecha del vacío que este deja para hacer su negocio.
–Y la Policía empieza a aparecer encubriendo a los traficantes.
–Ahora, la Policía pierde el control político del territorio, en algunos no puede ingresar, y todo esto torna cada vez más ilegal a la fuerza de seguridad, ya que para mantener las estadísticas criminaliza sectores vulnerables.
–Tampoco se sigue de manera firme la ruta del dinero, las ganancias del crimen organizado que se genera con el narcotráfico o la trata de personas.
–En un país con crisis de ingresos de capitales, siempre hubo pactos históricos. Y esto sigue siendo así. Aún está en vigencia la ley de blanqueo de capitales, que fue inviable por exigencias del Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el blanqueo de capitales (Gafi), por eso nadie blanqueó. Esta necesidad de capitales permite que ingresen dineros del crimen organizado, cuyo volumen es muy difícil de dimensionar. La ruta del dinero es la más invisible, la más difícil de perseguir y la menos perseguida.
–Y en el medio de los discursos públicos, está la polémica por la ley de derribo, con dos extremos: para qué hacerla, si los radares no sirven para nada, o los que plantean que se trata de una pena de muerte sin juicio previo.
–La tercera fase es el control de las fronteras, tanto al norte, como la fluvial y la aeroportuaria. Son fronteras muy extensas. Y la ley de derribo es tomada como un término abstracto y universal, como si fuera lo mismo en todos lados. En el caso argentino, recién estamos viendo si entramos en un debate serio por narcotráfico, pero tenemos un grave problema de información. No sabemos si queremos una “guerra”, en el léxico que se utiliza para denominar a esta ideología, o si queremos afrontar el problema de las drogas, que es otra visión. Sí o sí debe radarizarse. Para tener una información del espacio aéreo necesito saber si el avión trae droga, de dónde la trae y hacia dónde la lleva, porque eso es generar un mensaje de que buscamos a los jefes de las organizaciones y no a los transportistas. Si los matamos, no vamos a poder investigar de dónde venía esa droga y hacia dónde iba.
–Entonces, ¿por qué recién ahora explota la preocupación por el narcotráfico si sabemos, por ejemplo en Córdoba, que se trata de un fenómeno que comenzó extenderse por lo menos tras la crisis de 2001?
–Cuando empecé a investigar sobre narcotráfico, en 1996, ya era un problema. Se instaura en virtud del Consenso de Washington y la globalización, en el que el país se adhirió a un tránsito descontrolado de mercadería, con la orden de que Aduana facilitara su flujo. Como resultado de este tránsito, empieza a surgir un mercado de consumo, que es el mercado más político de todos porque necesita el territorio.
–Pero para poder ganar el territorio, el “narco” debió haber negociado con los 
denominados punteros políticos.
–El narcotráfico aprovecha las divisiones políticas, las falencias y el desmembramiento del Estado. El control de la calle es lo que hace a la habilidad del “narco”. En muchos barrios del conurbano, el control lo tiene el “narco”, que hasta garantiza la seguridad. Si hay una disputa, en teoría, entre el tradicional poder del puntero y el del jefe del narcotráfico, podríamos presumir de un cambio en los últimos 10 años, en el que el peronismo ha ido perdiendo el control del territorio en el conurbano. Es una investigación que hay que hacer. El puntero debe negociar con algún tipo de banda, pero primero las bandas tienen que resolver sus disputas internas. Porque donde el “narco” aparece no se trata de un territorio virgen, sino que antes han estado la Policía, la Iglesia, las escuelas. Las políticas neoliberales hicieron desaparecer estas instituciones que trabajaban en los barrios.
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El texto original de este artículo fue publicado el 29/12/2013 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

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