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viernes, 3 de abril de 2015

EL CASO LUBITZ: LOCURA SIN FRONTERAS

Ocho suicidios y un asesinato con avionetas en EE UU en una década

Un piloto estrelló su avioneta con un niño contra la casa de su exsuegra

 
Madrid, DIARIO EL PAIS, MADRID  2 ABR 2015
 
 
 
Que alguien use un avión para suicidarse o cometer un crimen es terriblemente impactante pero muy poco frecuente. Aunque hay sospechas de ocho casos de siniestros provocados deliberadamente por pilotos, oficialmente sólo en cinco accidentes de grandes aeronaves en las últimas cuatro décadas las autoridades han confirmado como causa oficial el piloto asesino o suicida. Pero incluso en un país como EE UU donde hay 572.406 personas con licencia para volar y los propietarios de avionetas se cuentan por decenas de miles, son escasos los suicidios utilizando ese medio, y más raro aún el homicidio.
 
Un estudio realizado por la autoridad federal aeronáutica (FAA) publicado en febrero de 2014 sobre los sucesos registrados entre 2003 y 2012 concluye que sólo se produjeron ocho casos, sobre un total de 2.758 siniestros con víctimas. Eso da un ratio del 0,29%, por debajo de la incidencia del suicidio consumado en la población general (el 1,6% del total de fallecimientos en 2010 en EE UU). En la década precedente se habían registrado 16 casos (el 0,44% del total de siniestros, 3.648).
 
En todos los sucesos referidos en el estudio los suicidas eran hombres (entre 21 y 68 años) y se produjeron en el ámbito de la aviación general (no comercial, aunque cinco de ellos tenían licencia para operar vuelos comerciales y uno se produjo con un helicóptero). Sólo en uno de los siniestros el piloto iba acompañado. Se trataba de un hombre de 47 años que se estaba formando como piloto, que estaba pasando por “una disputa por la custodia de un menor tras un reciente divorcio”. Pese a que en la fase de aprendizaje tenía prohibido llevar ningún pasajero en la avioneta, despegó con el menor de un aeropuerto que no se especifica en el estudio en una Cessna 150, que tras una hora y media de vuelo estrelló contra la casa de su exsuegra. Murieron el piloto y el niño.
 
En este truculento suceso las pruebas toxicológicas no hallaron restos de alcohol, drogas o medicamentos prohibidos pero sí en cuatro de los ocho casos referidos. Todos tenían su certificado médico en vigor y en cinco casos estaba limitado pero no por problemas psiquiátricos sino porque necesitaban lentes correctoras. El estudio de la FAA señala que ninguno de ellos había referido en el examen médico ningún desorden psiquiátrico si bien la investigación posterior determinó que uno había tenido una tentativa previa y cuatro dejaron notas de suicidio. Dos de ellos tomaban antidepresivos.
 
El uso de esos medicamentos en los pilotos ha sido ampliamente debatido durante años y desde 2010 la FAA permite en algunos casos dar el certificado médico para volar a los que tomen inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina pero bajo ciertas condiciones (12 meses seguidos con una dosis estable, por ejemplo). La última estadística del departamento médico de la FAA, de 2013, refiere solo 141 certificados con una autorización especial para seguir ese tratamiento.
 
El estudio de la FAA concluye que los suicidios aéreos son “dificiles de predecir y de prevenir” y finaliza con una cita de Albert Camus: “Sólo hay un problema filosófico realmente serio: el suicidio”.

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