Europa debe asumir su papel de potencia y hacer de broker entre Washington, Kiev y Moscú
Rubén Ruiz Ramas (EN COLABORACION CON EURASIANET) -
La UE ha permanecido desbordada y sin rumbo en la crisis ucraniana desde la ocupación y anexión de Crimea por Rusia. La UE jugó al risk de la geopolítica en Ucrania, arriesgando su estabilidad y cuestionando su soberanía. Después, cuando dando la partida por ganada llegó la respuesta rusa, agresiva, de espaldas al Derecho Internacional y moviendo las reglas del juego del soft poweral hard power, la UE se replegó a una zona de confort. Negó ser parte y quiso erigirse en juez: no intervendría en Ucrania pero condenaría y sancionaría a Rusia por su agresión externa. Lamentablemente, Rusia entiende que el escenario no es un juicio sino una contienda por intereses geopolíticos, y está dispuesta a defender los suyos.
Por ello, las sanciones no han servido, y no servirán, como mecanismo de disuasión. Han sido ante todo un mecanismo estético y de consumo interno. Ineficaces éstas, cuando se han producido contraofensivas separatistas, la UE se ha apresurado a forzar altos el fuego orientados, se quiera o no, a la congelación del conflicto del Donbass y no a su solución. La gira de Merkel y Hollande se enmarca en ese guión. A falta de concretar la reunión entre Alemania, Francia, Ucrania y Rusia para revitalizar los Acuerdos de Minsk, EEUU y algunos EEMM de la UE como Reino Unido, Polonia o las Repúblicas Bálticas apuestan por superar “la vía diplomática”, evitar la congelación del conflicto y darle una solución militar armando a Ucrania. Aunque el Secretario de Estado John Kerryniega la mayor, voces influyentes en EEUU como Michael McFaul, Anne Applebaum o el senador John McCain abogan por (1) elevar las sanciones contra Rusia; (2) comprometerse con la solución militar del conflicto y (3) reforzar la estatalidad de Ucrania antes de su ingreso en la UE. Ni las sanciones a Rusia impactan en su economía; ni la guerra en su estabilidad, ni la integración en la UE en sus instituciones políticas y económicas como sí lo hace en la UE. Pero EEUU al menos aporta un plan -inaceptable en mi opinión- de solución al conflicto, no de congelación.
La UE debe abandonar su zona de confort y aportar un plan de solución al conflicto que no pase por una escalada militar de consecuencias impredecibles. Debe responsabilizarse tanto de sus acciones pasadas, léase haber apoyado el derrocamiento ilegal de Yanukóvich, como del bienestar y seguridad de su aliado, Ucrania. Pero alcanzar una “solución política duradera y definitiva” unida al “respeto a la legalidad internacional y los principios de soberanía, independencia e integridad territorial de Ucrania” sin disparar un tiro, como desea García Margallo, es sencillamente actuar en pos de la autocomplacencia y no de la resolución de la crisis. En el contexto actual, plantear un acuerdo permanente por la estabilidad de la región, pasa inexorablemente por limitar la soberanía de Ucrania e hipotecar, como mínimo, su integridad territorial. No hay solución óptima para Ucrania, pero la UE está a tiempo de proponer una buena solución.
Un acuerdo para la estabilidad de Ucrania y de Europa
Cualquier iniciativa de acuerdo estable y definitivo no será fácilmente digerible para la nueva Ucrania. Por ello el pacto aparte de abordar las dos patatas calientes, el Donbass y la entrada en la UE y la OTAN, debe incorporar el proyecto de futuro en común que la UE le debe al pueblo ucraniano.
Un Mini Plan Marshall para Ucrania. En el actual contexto, el proyecto carece de sentido sin un plan de choque con ayuda directa para, por un lado, salvar al país de la bancarrota, y por otro lado, comprometerse con el fortalecimiento institucional del estado ucraniano, de su modernización económica y de su desarrollo social recuperando un escualido Estado de Bienestar. Lamentablemente, en esta UE del austericidio y la deudocracia parece una propuesta quimérica, pero si tenemos presente que la cantidad necesaria para evitar el default, 15.000 millones de euros, es menor que lo aportado por los españoles para salvar Bankia, entendemos que solo es una cuestión de voluntad.
Un Donbass con un status especial o independiente. Moscú desea mantener la llave para la desestabilización de Ucrania por medio de su influencia en el Donbass, por lo que busca la congelación del conflicto y el reconocimiento de las autoridades de las repúblicas populares en este Minsk-2 tras el fracaso del Acuerdo de Minsk en septiembre. Congelar el conflicto y asumir un estado independiente de facto supondría un serio lastre para el desarrollo de Ucrania. Aun en la difícil perspectiva de que ese conflicto se descongelase un día, la fractura social a causa de la guerra disloca, en los hechos, las posibilidades de convivencia. No son pocos quienes piensan que los futuros de Ucrania y del Donbass han de ser más prósperos si inician una andadura separada. Por ello, la UE puede plantear a Ucrania asumir bien un status especial para el Donbass o directamente su independencia.
No a la OTAN, sí vía abierta a la UE. La otra de las aspiraciones principales del Kremlin es limitar la soberanía de Ucrania de cara a su acceso a la UE y a la OTAN. En realidad los principales actores europeos, Alemania y Francia, no son favorables a ninguna de estas dos opciones al margen de lo que opine Kiev. Además, el conflicto congelado permite mantenerse en la zona de confort sin abordar seriamente ambas cuestiones. El problema no es el fondo sino la forma: la imposición de Moscú. No obstante, la UE debe aceptar que si no es capaz de revertir la perspectiva de la OTAN de identificar a Rusia como su principal enemigo, en buena lógica, la presencia de Ucrania en ella, sea más que inquietante para Moscú. Por ello, una propuesta alternativa puede dejar abierta la posibilidad de acceso de Ucrania a la UE, con el compromiso de que no se integrará en la OTAN ni albergará bases militares de sus EEMM.
Sean cuales sean, las opciones de acuerdo han de girar en torno a estas dos cuestiones, el Donbass y la inserción de Ucrania en las organizaciones occidentales. En caso de no llegar este pacto, la ofensiva separatista continúe y EEUU arme a Ucrania, muy probablemente Rusia elevará la dotación de las Milicias Populares del Donbass cuantitativa y cualitativamente. Si en su respuesta Occidente continúa la escalada armamentística y de operativos, una invasión del ejército regular ruso sobre territorio ucraniano no es descartable. A partir de ahí que cada cual escoja su final. A la UE le toca ahora abandonar la zona de confort en esta crisis, asumir su papel de potencia, cuando menos regional, y hacer de broker entre Washington, Kiev y Moscú. La paz de Ucrania y Europa nos va en ello.
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