Putin acaba de hablar con la prensa nacional e internacional, en el contexto de una de las semanas más difíciles de los últimos años, tras varios meses, más que preocupantes. Hubo intensidad a lo largo de todo este 2014 que culmina, para los rusos a propósito de la crisis ucraniana que rozó al país y que para no pocos, asoma, como el verdadero responsable, teniendo en cuenta su pésima reputación imperialista con sus vecinos, pero desde hace días, esa turbulencia se multiplicó por diez, en ocasión de la baja del precio del petróleo y la caída del rublo, a raíz de la desconfianza de los mercados. A pesar de todo ello, el líder ruso ha mostrado tranquilidad en su postura y su discurso ante 1.300 periodistas. Sabe que su acceso al poder y su consolidación a lo largo de estos largos 14 años, pero sobre todo, su propio futuro y el de Rusia, inextricablemente ligados, dependen de cuán firme aparezca ante las presiones, las externas, la de los antiguos rivales que parecen persistir aunque ya no lo sean, pero también los internos, siempre agazapados, algunos lobbies, pero también sectores políticos, como los nacionalistas y los comunistas, que lo han apoyado a regañadientes hasta aquí, pero que seguramente lo abandonarán, cuando se generen las condiciones para una tormenta perfecta, como las de estas horas. Rusia ya ha vivido crisis semejantes a la actual, en el '92 y en el '98 y a diferencia de aquéllas, la inflación todavía no ha escalado aunque lo hará en las pròximas semanas. El apoyo sostenido y sistemático de Putin a la gestión de Nabiullina en el Banco Central de Rusia, será decisivo, para testimoniar la dureza del gobierno frente al ataque de los mercados, que seguirán apostando contra el rublo, a pesar de toda suba eventual de la Bolsa de Moscú. Luego, deberá ser consecuente con su discurso de hoy. Reconcentrar fuerzas en el frente interno, controlar el gasto, vender activos y diversificar la economía y el comercio exterior, es decir, intensificar todo lo que se postergó en estos años, cuando se disfrutó de las mieles siempre transitorias del boom petrolero. Así, Rusia podrá salir de sus crisis en dos años, como dijo el líder del Kremlin o tal vez, menos. Pero si lleva adelante las reformas estructurales que demoró hasta hoy, Putin podrá llevar a Rusia, al sitial donde merece, en términos económicos y de la calidad de vida de sus habitantes. Esa será la mejor manera de demostrarles a los mercados, cuán equivocados están con la Federación y a Washington y Berlín, que sus sanciones y conspiraciones, no harán mover a Rusia de sus líneas rojas.
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