“Sabra. Solo contra un imperio” fue “escrito con gran placer y muchas exigencias”, la primera de las cuales era hacerlo “a cuatro manos con Gustavo Perednik” y la segunda, “realizar una investigación histórica muy profunda y vasta porque describe una época anterior a la Primera Guerra Mundial cuando todo Medio Oriente -Israel, Jordania, Siria…- era territorio del imperio otomano”, relató Aguinis.
Por entonces, “los pioneros judíos empezaron a construir un país desde la piedra, la arena y los pantanos, o sea que hubo un trabajo admirable: en vez de usar el resentimiento, el odio y la guerra, se pusieron a trabajar y lo hicieron florecer”, añadió.
“Allí aparece un muchacho muy inteligente y seductor que se llama Absalom Feinberg, que es el protagonista central de la novela y es becado para ir a la París de la belle èpoque, donde establece relaciones notables con Jacques Maritain, Henri Bergson y otras grandes figuras, tiene varios romances, comienza a organizar grupos para rebelarse contra el imperio otomano y lograr la independencia del Estado judío y está entre los jóvenes que reciben a Teodoro Herzl cuando hace su viaje a Israel, poco antes de morir”, resumió el escritor.
“La novela tiene partes muy conmovedoras, pero fundamentalmente un esclarecimiento histórico decisivo ahora que se distorsionan tanto los hechos”, destacó.
“Perednik se había enterado de la historia del ‘primer sabra’, el primer chico que nace de los pioneros judíos que llegaron a Israel a fines del siglo XIX y tiene una mentalidad distinta al judío del ghetto, sometido, oscuro, cobarde, débil, vencido; al contrario, es sabra: lleno de sol, espinoso por fuera y dulce por dentro”, lo describió Aguinis.
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