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jueves, 18 de septiembre de 2014
EL FEDERALISMO ES LA CLAVE DE HOY
Uno de los fenómenos más lamentables, por sus desvastadores efectos humanitarios, que ha conocido la historia de la humanidad en los últimos 25 años, ha sido la disgregación territorial estatal. Qué parecen tener en común, procesos políticos, económicos y hasta culturales, tan diversos y tan lejanos, como la crisis ucraniana que está cerca de cumplir casi un año; la resurrección separatista escocesa y la siempre vigente catalana; las divisiones al borde de un Estado fallido, de Irak, Siria y Libia; la hegemonía de Evo Morales en Bolivia o el debate fiscal irresuelto en Argentina? Tal vez, la propia lógica federalista. Si las elites de cada uno de esos países, aún aferrados a estilos verticalistas y piramidales, en diferentes grados, dada la naturaleza de sus regímenes políticos, hubieran discutido y negociado seria y sobre todo, civilizadamente, cuotas de poder político, étnico y sobre todo, económico (distribución de recursos), siendo magnánimos y visionarios, con los demandantes, quizás, los hechos no se hubieran precipitado de modo adverso, excepto en el caso del país del altiplano. La solución política y particularmente, institucional, siempre está al alcance de la mano de los dirigentes políticos, en todo el mundo, pero como éstos sólo visualizan el corto plazo y optan por alternativas supuestamente fáciles aunque de consecuencias nefastas, los resultados están a la vista. Con políticas públicas que devuelvan facultades o autonomías claras a los gobiernos subnacionales, con la consiguiente transferencia de recursos o explotación propia de los mismos y una gobernanza local adecuada, pueden evitarse enormes daños sociales. Los líderes políticos deberán tomar debida nota de la resolución caótica de los procesos actuales y de esa manera, aprender de estos contextos, siendo previsores para el futuro.
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