FLAVIO BUCHIERI es Doctor en Economía, Universidad del CEMA. Profesor e investigador universitario. Consultor y Analista Económico.
Se
puede ser de izquierda o de derecha. También de centro, aunque en Argentina
siempre se tiene tendencia hacia la polarización, hacia los extremos. Sin
embargo, lo único que no se puede discutir es que en la actualidad, más que
nunca y con la historia a nuestras espaldas, se debe ser racional en lo
económico para que la economía de un país transite un sendero de estabilidad,
que genere mayor riqueza y, en consecuencia, oportunidades de mejoras sociales
a su población. Situación que, sin intentar minimizar, implica estar bien
informado y asesorado, con una mirada realista y amplia de la sociedad mundial
y sus tendencias y, por encima de todo, aplicar el sentido común.
Esto
es lo que muestra el resultado electoral de Bolivia del pasado domingo. Y
aunque los números son provisorios, el pueblo boliviano premió a Evo Morales
con un tercer mandato de gobierno, con más del 60% de los votos escrutados.
Evo
Morales parece haber entendido muy bien que la izquierda moderna no reniega de
los principios y las leyes básicas de la economía. Su gobierno ha dado pruebas
concretas no sólo de su sentido de la realidad sino también de la oportunidad y
los tiempos que se necesitan para la concreción de las conquistas sociales que
mejoran el bienestar de la sociedad. Evo sabe que sólo a largo plazo se puede
hablar de un crecimiento económico con una mejor distribución del ingreso si
antes se brinda un contexto económico sostenible en el tiempo, donde el principal
elemento de ascenso social debe residir en el aumento de la productividad de su
población.
Si
los tiempos se aceleran y se intenta por la fuerza alterar la dinámica
económica concreta de una sociedad, los resultados serán efímeros, en importancia
y duración. Y eso que a Evo no le ha temblado la mano para alterar los
principales cuadros contractuales que regulaban las relaciones económicas y de
reparto de excedentes con los principales grupos económicos, en su mayoría
externos al país. Aún así, Evo Morales se ha ganado el respeto de la comunidad
económica y financiera mundial. Lejos de un discurso atemorizante, su actuación
ha permitido que Bolivia no careza de inversiones. Y hoy en día puede colocar
deuda en los mercados internacionales de capitales a tasas de interés que, a
los argentinos, nos da una sana envidia.
Hay
“años luz” de distancia entre Evo y Cristina. La realidad de ambos países
difiere tan sensiblemente que hoy se observa a argentinos que, como no pueden
acceder al dólar, compran en la frontera pesos bolivianos. Por su estabilidad y
predecibilidad. Ojalá Cristina hubiese aprendido de Evo y no de Chávez.
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