Finalmente, el continuismo se impuso en ambas naciones. Como algunos preveíamos, en estos dos países, de crecientes (en Brasil) y consolidadas (Uruguay) clases medias, las mismas prefirieron preservar la estabilidad vìa Dilma Rousseff y Tabaré Vàzquez y no arriesgarse a traspasar lìmites de cambio que eran básicamente las propuestas modernizantes de Aecio Neves y Lacalle Pou, respectivamente. Aspirando a quebrar la hegemonìa del PT y el Frente Amplio, tanto la socialdemocracia a la europea en Brasil como una derecha menos conservadora en Uruguay, no lograron superar las décadas de desconfianza social y su mala reputación con las políticas sociales y por ello, no alcanzaron a recibir el "cheque en blanco" para lograr el poder, como sí lo logró hace unos años, Sebastián Piñera y su alianza postpinochetista contra la Concertación en Chile. Al mismo tiempo, resulta claro que los tiempos de bonanza económica han generado una memoria inercial positiva en el electorado con lo cual, se relativiza el peso y el significado de las protestas pre Mundial de Fútbol y cierto descontento enmarcado en el "malestar del bienestar" vislumbrado también en el caso uruguayo.
De todos modos, caben subrayar algunos puntos de reflexión, incluyendo vínculos con el caso argentino:
a) La secuencia: hace un año, en ambos países, ganaban quienes ganaron anoche, en el caso uruguayo, con una de las menores volatilidades en el voto a nivel mundial, Tabaré, ganaba "caminando". Realmente, veo casi imposible que un aplastado Bordaberry pueda ayudar al triunfo de Lacalle Pou, contra el 48 % del Frente Amplio. En el interìn, las encuestas nos hicieron creer que cambiaban las percepciones: que Dilma, se caía y crecía el descontento, canalizado primero a través de Marina Silva y luego, con Aecio. Lo mismo con el candidato del Frente Amplio y el supuesto atractivo de Lacalle Pou. Esto significa que tal vez, con un año de anticipación, se pueda saber en este contexto, cómo será el resultado final. Donde aparentemente cambian las opiniones de la gente, es en el último tramo del proceso preelectoral, en el cual, las preferencias se tornan algo más volátiles y ello explica cierta aprobación coyuntural de Marina, el descenso momentáneo de Dilma, el vertiginoso ascenso de Aecio y algùn entusiasmo excepcional que logró Lacalle Pou.
b) relacionado con lo anterior, el peso del oficialismo. Claramente, los indecisos se terminan inclinando al lado de quienes gobiernan. Le vuelven a ratificar el voto sin atreverse a arriesgarse con los opositores. Hay dependencia financiera a través de los planes sociales -el Bolsa Familia brasileño, sostiene a cinco de cada diez familias, sobre todo en el norte pobre, abrumadoramente a favor del PT-, pero sobre todo, memoria histórica y agradecimiento hacia quienes mostraron experiencia en la gestiòn de la bonanza económica.
c) los liderazgos ocultos. Detrás de Dilma, Lula: su influencia fue notoria en el tramo del ballotage. Tras Tabaré, la sencillez de Mujica y sin duda, el pre-nombramiento de Danilo Astori, para tranquilizar a los mercados.
d) Aecio y Lacalle hicieron sendas brillantes campañas, desde el punto de vista del dinamismo y la iniciativa. En el caso de Aecio, en poco tiempo, revirtió el "boom" Marina y arañó el triunfo. Lacalle apenas subió un par de puntos respecto a la elección de su padre, pero llevó la iniciativa de la agenda de campaña. Para la oposiciòn, ni el más moderno marketing moderno, le garantiza llegar al poder. Hay un plus necesario, tal vez, que està faltando: garantías ciertas de continuidad, algo de populismo y sobre todo, proyectar un futuro mucho mejor que el presente o lo conquistado, lo cual no alcanza a comunicarse de manera eficiente y creìble. Así, la sociedad mantiene su fidelidad con los oficialismos.
d) Aecio y Lacalle hicieron sendas brillantes campañas, desde el punto de vista del dinamismo y la iniciativa. En el caso de Aecio, en poco tiempo, revirtió el "boom" Marina y arañó el triunfo. Lacalle apenas subió un par de puntos respecto a la elección de su padre, pero llevó la iniciativa de la agenda de campaña. Para la oposiciòn, ni el más moderno marketing moderno, le garantiza llegar al poder. Hay un plus necesario, tal vez, que està faltando: garantías ciertas de continuidad, algo de populismo y sobre todo, proyectar un futuro mucho mejor que el presente o lo conquistado, lo cual no alcanza a comunicarse de manera eficiente y creìble. Así, la sociedad mantiene su fidelidad con los oficialismos.
e) para Argentina, el mensaje es mayor posibilidad de Mercosur aunque aggiornado y un nuevo impulso para el oficialismo, tal vez, en una versión más soft, a lo Scioli. Para la oposición, los resultados del domingo 26 fueron malas noticias y tal vez, el anticipo de la amargura dentro de un año. Depende de ellos, torcer el destino, que no pudieron Aecio Neves y Lacalle Pou.
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