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viernes, 24 de julio de 2015

CARLOS MALAMUD EN SU PAIS, HABLANDO SOBRE EUROPA Y EL MERCOSUR



Es un gusto leer siempre a Carlos Malamud, el reconocido profesor argentino que trabaja en el Real Instituto Elcano, de Madrid, escribiendo sobre temas latinoamericanos en la cuna de la Europa mediterránea. Ayer, jueves 23 de julio, constituyó otro placer, escucharlo en el marco de una sesión con ex diplomáticos argentinos en Buenos Aires. 

Primeramente, se refirió a la relación Unión Europea (UE) con América Latina, preferentemente, Mercosur. Al respecto, diferenció dos etapas: una, entre el año 2000 al 2004 y luego, entre el 2004 al 2010. Previamente al 2000, en el marco de la globalización y el regionalismo abierto, en pleno furor de las discusiones por el libre comercio, ALCA y Rondas de Doha, las relaciones entre ambos bloques mostraban un contexto ideológico favorable, un mayor dinamismo e interés mutuo. Tras el 2000, el panorama cambiaría a partir del giro discurso antineoliberal y el triunfo de las izquierdas populistas en el Cono Sur y región andina. 

Lo cierto es que acaba de finalizar la 48 -o cuadragésima octava- Cumbre presidencial del Mercosur, la cual deparó un comentario adicional de Malamud. En efecto, le llama la atención que se prosiga contando el número de Cumbres, lo cual, al menos, revelaría cierto apego institucional, cuando en realidad, otros bloques equivalentes, con sus organismos respectivos, se reúnen con mucha mayor frecuencia y no llevan ya tal registro. 

También Malamud describe la fragmentación comercial y política del bloque latinoamericano. Por un lado, Uruguay y Paraguay, que quieren negociar bilateralmente con la UE pero en el otro extremo, Argentina y Venezuela, a quienes, sobre todo, la primera, no le conviene siquiera acordar hoy, dada su complicada situación de competividad macroeconómica y cierto leve descenso de precios internacionales. En el centro, Brasil, que es presionada por la FIESP y la crisis fiscal heredada del primer mandato de Dilma, pero también es empujada por Argentina, con quien, mantiene una relación especial. La conclusión es un Mercosur que no negocia de manera definitiva con la UE, la retrasa hasta fin de año, donde tendrá problemas de calendario, dadas las elecciones presidenciales en Argentina además de haber perdido ya el año 2014, por los comicios del Parlamento Europeo y la elección presidencial de la propia Brasil.

Comparativamente, el Mercosur, octavo cliente de la UE, muestra un enorme retraso negociador con el bloque europeo, vis a vis, el NAFTA y México, el cual, ha penetrado fuertemente con inversiones, incluso en el mercado español. Pero también, dentro del propio continente americano, el Mercosur termina diferenciándose -y con retraso-, de muchos países latinoamericanos, incluyendo Centroamérica (por ejemplo, Nicaragua) y andinos (y populistas) como Ecuador, a punto de cerrar el proceso negociador. Para complicar más aun la situación, la generación de bloques adicionales como la UNASUR, con rasgos institucionales y contenidos diferentes del Mercosur, pero cuyo rumbo y objetivos, no parecen tan claros, tampoco ayuda a consolidar tal proceso de acuerdos comerciales con una unión como la europea, por el contrario, muy consolidada e institucionalizada a lo largo del tiempo. El resultado de todo ello, es más "fuga hacia adelante" del Mercosur, pero en el mediano o largo plazo, y vía bilateral, país por país, finalmente, se terminará cerrando con el bloque europeo.

Otro factor adicional que complejiza la relación europea-sudamericana, es el TTIP (TransAtlantic Trade and Investment Agreement), el tratado de libre comercio entre la UE y Estados Unidos, excluyendo a los otros actores del NAFTA, Canadá y México, con la excusa de que si complicaría más aun el acuerdo, si se negocia con más de dos bandas. Esa negociación tiene un impacto en el Mercosur, tal vez, indeseado, sobre todo, si es que América Latina o el Mercosur, pretenden reindustrializarse o al menos, generar cadenas de valor, porque allí, sí, aquel tratado impactaría, no así en el mercado de las "commodities", donde este continente no sufriría mayores sobresaltos-

Una primera conclusión de la mañana de ayer, entonces, sería que mientras por ejemplo, la Alianza para el Pacífico, al igual que Centromérica, tienen acuerdos de libre comercio con la UE y con Estados Unidos, Mercosur no los posee aun, a lo largo de más de dos décadas. Tiene como plazo, diciembre para plasmar la última oferta negociadora pero tampoco existe el más mínimo atisbo ni consenso interno para motorizarlo. El tema no figura en la agenda de los presidenciables pero, lo más grave, tampoco, en el Documento de Consenso de Política Exterior, liderado por el CARI, hace algunos meses. La negociación y la necesidad de un acuerdo final entre europeos y sudamericanos, no existe siquiera mencionado en dicha propuesta, a pesar de su sugerencia explícita de reinsertar a la Argentina en el mundo.

Respecto al segundo tema tratado en la mañana de ayer, fue la crisis griega, la cual parece encaminada. Antes de hablar del que fuera un posible "Grexit", Malamud ofreció brindar su opinión sobre el "Brexit". Si bien el referéndum fue adelantado por Cameron al 2016, la negativa firme de Merkel a cualquier eventual salida de Gran Bretaña y el dato estructural de una City londinense que es el centro financiero neurálgico de la UE y del euro, sin hallarse el país, dentro de la eurozona, obstaculizan o desestimulan la posibilidad de salida de la Gran Bretaña de la Unión. Malamud, contrariamente a las opiniones de economistas famosos como Krugman y Stiglitz, que "no saben ni entienden nada acerca del euro", considera que tanto la imposibilidad de "Brexit" como de "Grexit", finalmente se da, porque las instituciones o las formas, importan. Malamud, contrariamente a las posiciones que fundamentaron la necesidad del acuerdo griego-europeo por temores geopolíticos -la posibilidad de un acercamiento helénico a Moscú (algo irrelevante)-, cifró el sustento del mismo en la legitimidad dual de la democracia griega como la de las propias instituciones de la comunidad europea, subestimada por el propio Tsipras. Este, tras el referéndum, dio un giro de 180 grados y terminó firmando un acuerdo muy similar al que su electorado había rechazado. Obviamente, Malamud subrayó también la presión de países como España y Portugal que se oponían al tratamiento desigual y desventajoso en materia de quita de deuda, respecto a Grecia. Enfatizó "si los griegos están cansados democráticamente de los ajustes de la Troika, los alemanes están hartos de financiar sus desajustes". El analista argentino residente en Madrid, no dejó de destacar el hecho de que mientras la UE avanza en la unión bancaria y la fiscal, más allá de la ya consolidada monetaria, un "Grexit" hoy no la hubiera dañado tanto como en el 2010 o 2012. 

El tercer y último tema abordado por Malamud, fue España, en virtud de la situación electoral que se vivira allí en los próximos meses, destacándolo como un verdadero desafío que marcará la historia política y económica del país, para los próximos 15 o 20 años. Sin embargo, más allá de las elecciones parlamentarias de diciembre, postergadas por Rajoy, lo máximo que pudo, Malamud prefirió subrayar la importancia de las elecciones catalanas del 27 de setiembre. En virtud del impacto (negativo) del resultado del  referéndum escocés y las propias fisuras de CIU (Convergencia i Unió), el partido nacionalista catalán, con un Artur Mas que va en la lista de candidatos en cuarto lugar -con Pep Guardiola, sexto-, más algunas desafortunadas declaraciones del propio Mas, como "nuestro sueño catalán nos proyectará a Ithaca" -sin tener en cuenta que se halla en Grecia, con todo lo que ello implica para la sensibilidad española hoy-, ese cúmulo de factores hacen que el secesionismo catalán hoy pase por su peor momento y según las encuestas, pierda o, si gana, no alcance la mayoría absoluta. Se suma a ello, el propio factor "Podemos", que ha quebrado la posibilidad de un voto nacionalista catalán unificado. 

Yendo a las elecciones parlamentarias españolas, seguramente, planteadas en principio, para el 13 de diciembre, Malamud subraya la mejora económica, impensada hasta hace un año o dos años atrás, más la presencia de "Ciudadanos", el "Podemos" de centro o centroderecha, que tiende a ser el nuevo fiel de la balanza del sistema político español. Malamud imagina cuatro escenarios: a) el PP como el más votado, peor sin mayoría absoluta, obligado a pactar con "Ciudadanos"; b) el PSOE como el más votado, también obligado a negociar con "Ciudadanos"; c) una coalición PP-PSOE, descartada por Malamud porque Sánchez no podría traicionar a sus votantes y sobre todo, al votante medio español, que ve tanto al PP como a "Podemos", como opciones extremas y d) el triunfo de "Podemos", una situación cuasi imposible, para Malamud, considerando también la situación indeseada de Grecia y Syriza. Cabe subrayar que para Pablo Iglesias -Malamud lo recuerda-, esta elección ofrecía "una ventana de oportunidad" para canalizar el descontento de los "indignados" y sepultar el bipartidismo, sobre todo, después de las recientes elecciones locales, pero aparentemente, tal malestar, dada la mejoría macroeconómica, se estaría diluyendo o canalizando a través de otras expresiones políticas como "Ciudadanos". Además, al ser España, un país de una renta per cápita de 30.000 euros, estructuralmente, no ofrece las condiciones para aceptar una opción chavista latinoamericanista.

Finalmente, Malamud rescata el fenómeno de "Ciudadanos" pero también enfatiza la recuperación del PSOE y de Pedro Sánchez, quien, con su joven liderazgo, ha logrado recuperar el gobierno de comunidades autónomas como Extremadura, Castilla La Mancha y Asturias, entre otras. 




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