Una nueva estrategia europea para acercarse a Moscú
Un informe aboga por lograr un espacio de seguridad compartido
PILAR BONET Moscú 24 JUN 2015
“La UE debe aprender a negociar con Rusia tal y como es, no como le gustaría que fuera”. Esta es una de las ideas centrales del informe Una Rusia más europea para una Europa más segura, elaborado por la Fundación Alternativas. El documento formula “propuestas para una nueva estrategia de la Unión Europea hacia Rusia” y será presentado este jueves en Madrid por sus autores, un grupo de 17 personas coordinado por el profesor Javier Morales.
El conflicto en Ucrania, origen del mayor deterioro en las relaciones entre Occidente y Rusia desde el fin de la Guerra Fría, es “un inaceptable foco de inestabilidad para la UE” y exige “renovar la estrategia europea hacia Rusia”, señala el documento. La nueva estrategia debe responder a “intereses y valores” de la UE y evitar que se repitan “los errores cometidos” por esta entidad en la crisis en Ucrania. La UE, opina, no supo anticipar las reacciones de Moscú a su política de vecindad y no tuvo en cuenta el resurgimiento internacional de Rusia ni las concepciones rusas de sus intereses de seguridad.
El documento aboga por “aceptar a Moscú como una gran potencia con la que es necesario trabajar para construir un espacio de seguridad compartido” y rechaza “la Guerra Fría basada en la contención”. Los desacuerdos “no deben bloquear la cooperación frente a las amenazas compartidas por los países occidentales y Rusia: por ejemplo, el terrorismo internacional o la inestabilidad en Oriente Medio”, sentencia.
El documento aplica la “resolución negociada del conflicto en Ucrania” sólo al este de ese país, mediante el pleno cumplimiento de los acuerdos de Minsk, el foro negociador formado por Alemania, Francia, Rusia y Ucrania bajo los auspicios de la OSCE. A la península de Crimea, anexionada por Rusia en marzo de 2014, la da prácticamente por perdida. “La anexión de Crimea como república dentro de la Federación Rusa, ilegal desde el punto de vista del derecho internacional, parece sin embargo un hecho de difícil vuelta atrás”, afirma el informe. “Aunque la UE continúe sosteniendo la soberanía ucrania sobre este territorio, debe desvincular este contencioso del conflicto armado en las regiones del Donbás, para evitar bloqueos que impidan avanzar en una resolución negociada de este último problema, donde todavía es posible el acuerdo”, señala. El logro de acuerdos con Rusia “de forma pragmática” debería conducir “gradualmente” a “crear la confianza necesaria para un acercamiento en el ámbito de los valores”, que, de producirse, será a “largo plazo”, vaticina.Cuatro son los pilares de la estrategia propuesta: la solución negociada del conflicto en Ucrania; el diálogo paneuropeo y de seguridad global; el reforzamiento de la asociación económica y comercial, y más conocimiento entre las sociedades. En 26 páginas, el documento explora vías para evitar que Rusia se aleje de Europa en dirección a otros socios como China y los países BRICS y para mantener los vínculos entre una UE, internamente dividida en sus percepciones hacia Moscú, y una Rusia que “basa su política exterior en un concepto tradicional de la soberanía y el interés nacional” y que “considera principios como la democracia y los derechos humanos como una mera justificación para la injerencia de las grandes potencias en los asuntos internos de terceros países”.
En todo caso, “una Rusia aislada será menos dialogante y más agresiva, ya que optará por buscar socios alternativos en otros continentes —China o los demás BRICS— en lugar de restaurar sus relaciones con el resto de Europa”, argumenta el texto. La negación del “carácter europeo de Rusia” y de “su legitimidad para participar en las decisiones políticas que afectan a todo el continente” sólo consigue reforzar los argumentos del nacionalismo radical ruso llamado “euroasianismo” basados en la incompatibilidad entre su cultura y la occidental”, sostiene.
El informe se manifiesta a favor de una gradual abolición de las sanciones a medida que se progrese en la aplicación de los acuerdos de Minsk (para los que subraya que no hay alternativa). También considera que la escalada de sanciones perjudica a todos. España, afirma, pierde unos 330-360 millones de euros anuales debido a las contrasanciones rusas a los productos agroalimentarios.
Constatando el carácter “esencial” de Rusia para garantizar el suministro energético europeo (otras fuentes son “más caras”), el informe propone, no obstante, diversificar el abastecimiento para evitar que ninguno de los miembros de la UE “dependa excesivamente del gas ruso”. De ahí que apoye el proyecto de gasoducto Southern Gas Corridor, desde Azerbaiyán a la UE (evitando a Rusia) e incorporando a otros productores como Turkmenistán. El documento propone una política europea de vecindad más flexible y coordinada con Moscú, un diálogo institucional entre la UE y la Unión Económica Euroasiática así como entre la OTAN y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva como medida para asentar la confianza.
La UE “carece de los medios y la legitimidad” para imponer una transformación del régimen político ruso, más allá de “apoyar a la sociedad civil” para que decida libremente el modelo de convivencia que desea. Los autores del informe subrayan los errores europeos y muestran gran delicadeza ante las susceptibilidades rusas, haciendo encaje de bolillos al establecer las relaciones causales entre los acontecimientos que llevaron a la crisis de Ucrania.
Desde el punto de vista del informe, la “implicación militar” de Rusia fue reactiva y un “último recurso” en respuesta a lo que ellos (los rusos) entendían como una amenaza a sus intereses vitales: el cambio político revolucionario surgido del Euromaidán, cuyos dirigentes consideraban a Rusia como el principal enemigo”. Los “grupos ultra nacionalistas minoritarios” tuvieron un “protagonismo inadmisible” en el Euromaidán, opina el documento, que se refiere al “derrocamiento inconstitucional” del presidente Yanukóvich, “aceptado y apoyado por EE UU y la UE”, pero no menciona la huida de Víctor Yanukóvich ni la responsabilidad de éste en la escalada de la violencia y la gestión de la crisis. En lo que se refiere a las responsabilidades de la UE y de Rusia, el documento opina, sin embargo, que éstas no son “equiparables”, pues la UE y Estados miembros apoyan a Ucrania “con medios diplomáticos, ayuda económica y material militar no letal, mientras el Kremlin “ha utilizado también la intervención militar directa y el suministro de armamento al bando prorruso”.
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