Europa respira aliviada ante un inminente acuerdo con Grecia
Tsipras ofrece a los acreedores recortar el sistema de pensiones y concesiones fiscales. Merkel ve la propuesta como "una buena base"
CLAUDI PÉREZ Bruselas DIARIO EL PAIS, MADRID23 JUN 2015
Cambio de tono en la negociación entre Grecia y sus acreedores. Atenas envió este lunes su propuesta definitiva a los socios europeos,con concesiones fiscales y en la reforma de pensiones. Europa reaccionó con las primeras señales de acuerdo político, que debe traducirse en un pacto definitivo a final de semana, y disiparon los riesgos de salida del euro. Optimismo, al fin, tras meses de tensión: Berlín, París y Bruselas aseguraron que la propuesta griega es “una buena base” para cerrar la crisis griega. Tanto la canciller Angela Merkel como el jefe de la Comisión, Jean-Claude Juncker, dieron prácticamente por hecho el acuerdo esta semana. Europa tiene previsto ofrecer a Atenas perspectivas más precisas de reestructuración de deuda: ni siquiera Merkel descarta ya esa opción.
La eurocumbre tuvo algún momento tenso pero en general fue como la seda, según las fuentes consultadas. Tanto, que al final Tsipras pidió un comunicado garantizando una prórroga del segundo rescate para acabar con las dudas sobre los bancos. Los líderes no quisieron llegar a tanto. “Merkel prefiere el típico approach alemán: primero hay que cerrar definitivamente el acuerdo; después ya habrá tiempo de hacer comunicados”, explicó un diplomático europeo.No hay aún fumata blanca, pero sí un humo grisáceo que tiende a clarear. Berlín, el Eurogrupo y las instituciones anteriormente conocidas como troika dieron ayer la bienvenida —con las inevitables reservas— a la nueva propuesta griega, que incluye aceptar las metas fiscales de los acreedores y un endurecimiento en la reforma de las pensiones. Ambas partes cedieron lo suyo. Atenas ofreció al fin concesiones, aunque su propuesta queda todavía lejos de lo que pedían los acreedores a principios de junio. Y los socios emitieron claras señales acerca del acuerdo político, que debería cristalizar mañana miércoles en la luz verde del Eurogrupo para que los jefes de Estado y de Gobierno refrenden a finales de semana el final de este largo capítulo de la crisis griega.
La canciller fue meridianamente clara al acabar la cumbre: “La propuesta de Grecia es una buena base”. Ese análisis, viniendo de quien viene, es una señal política de primera magnitud tras meses de tensión. Merkel, eso sí, apuntó que no todo está atado y bien atado: “Las instituciones deben trabajar ahora con intensidad para que el Eurogrupo pacte el miércoles. Esperamos resultados de cara a la cumbre europea del jueves”, añadió. Juncker dio por hecho un acuerdo “esta semana”.
Pero quizá la mayor sorpresa fue la disposición de Merkel a permitir una reestructuración de deuda: la canciller no descartó esa posibilidad —que se había convertido en una especie de anatema en varios países—, aunque explicó que no es el asunto “más urgente”. Alemania rechaza poner más dinero. Pero acepta que el acuerdo sobre un alivio de la deuda, firmado por del Eurogrupo a finales de 2012, se puede aplicar.
La fase más aguda de la crisis griega toca a su fin si nada se tuerce en las próximas horas. Antes de la cumbre, el Eurogrupo ya sorprendió con un formidable cambio de tono: tras la dureza pétrea de las últimas semanas, los ministros pasaron a celebrar la oferta helena como un “paso positivo”. A la espera de que la vieja troika y la delegación griega negocien los últimos flecos, las Bolsas jalearon esa reacción con fuertes subidas. La evolución de los mercados en las próximas horas es clave para evaluar la credibilidad europea.
La reacción de las Bolsas y sobre el terreno, en Grecia, marcará también el futuro inmediato del maltrecho sector financiero. Un acuerdo debería permitir al BCE mantener abiertas las líneas de financiación de emergencia para los bancos, que en los últimos días han sufrido con la fuga de depósitos y se han asomado a los controles de capital. Está por ver si esos controles se activan: eso solo sucederá si el dinero sigue evaporándose de las entidades financieras, algo que parece poco probable si el optimismo de los líderes se traduce en confianza por parte de los ahorradores.
Largo camino
A pesar de todo, queda un camino espinoso por delante. Si esa fuerte señal política se traduce en un pacto definitivo, Tsipras tendrá que venderlo en casa, en su Parlamento e incluso dentro de su propio Gobierno: el flanco izquierdo de Syriza y la derecha nacionalista con la que se ha aliado pueden poner peros y provocar una crisis política. Para tragar esa píldora, Tsipras espera como contrapartida la citada reestructuración de deuda; si Grecia activa en breve las medidas prioritarias, los socios podrían facilitar ese alivio de la deuda, aunque esa fase de la negociación no ha llegado aún y hay varios países poco partidarios de hace favores a Syriza.
Atenas y los acreedores llevaban cinco meses como el perro y el gato, desde la victoria electoral de Tsipras, el 25 de enero, con sus promesas de fin de la austeridad. El pulso ha llevado a sembrar dudas sobre un posible impago de Atenas al FMI (1.500 millones a fin de mes) y al BCE (7.200 millones en verano), aunque ese escenario se aleja ahora. A pesar de que los agoreros han proliferado en los últimos tiempos, está mucho más cerca una prórroga del actual rescate para evitar líos. Con un acuerdo, el BCE podría incluso abrir algo más la mano.
“Con Grecia nada es seguro al 100%, pero el final del túnel está un poco más cerca”, indicaron fuentes del Eurogrupo.
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