La teoría realista, una de las más influyentes en la disciplina de la Relaciones Internacionales, concibe el cambio internacional, sólo en términos de modificaciones (poco frecuentes) en la estructura internacional de poder. En tal sentido, no tienen mayor sentido ni relevancia, las variaciones de poder registrados en el plano interno o doméstico: al interior de los gobiernos. Una Venezuela con Chávez al frente, una Rusia bajo el liderazgo de Putin o una Estados Unidos con Obama en la Casa Blanca, no movieron ni mueven el amperímetro del poder mundial. Tampoco a ese orden, lo afectó el 11S ni el ISIS. Como producto de todo ello, autores realistas clásicos como Morgenthau, Mearsheimer y Kissinger rechazan una concepción unipolarista para Estados Unidos y por el contrario, desean acuerdos de balance de poder entre las potencias más gravitantes, como por ejemplo, las del Consejo de Seguridad.
Los constructivistas, en cambio, adhieren a la posibilidad de la influencia de los cambios internos sobre el orden internacional. Fue el ascenso de Gorbachov al frente de la URSS -y no el Papa Juan Pablo II, Reagan ni el fiasco soviético en Afganistán-, el que terminó siendo el acta de defunción del sistema bipolar construido tras la II Guerra Mundial en 1945. Los realistas no habían percibido y de hecho, subestimaron, tal evento doméstico. La realidad del poder mundial se alteró significativamente hace ya 30 años. La decadencia soviética desde los años cincuenta, era pronosticada, incluso desde adentro del viejo Imperio, por no pocos intelectuales, condenados al ostracismo académico. A pesar de las intenciones de Gorbachov de engrandecer a la URSS, terminó haciéndola implotar.
El triunfo del magnate Donald Trump en Estados Unidos ha tomado a todos por sorpresa, como el propio ascenso gorbachoviano. También hace ya largo rato, se habla de la decadencia norteamericana, quizás desde tiempos de Paul Kennedy y su brillante obra sobre el auge y caída de los Imperios, en pleno tramo final de la Guerra Fría. Immanuel Wallerstein señala inequívocamente que la forma en cómo se materializó el 11S atacando el núcleo del poder norteamericano tan victorioso y poderoso, tras la caída de la URSS, secuestrando aviones con cortaplumas, para hacerlos estrellar en tierra, demuestra que el proceso de decadencia norteamericano hace rato que comenzó. Se percibe en muchos indicadores: la obsesión de todo un pueblo por las armas, los flagelos de la salud como la obesidad y las drogas en los mas jóvenes, las enormes desigualdades de todo tipo, los fracasos militares en Medio Oriente, la mediocridad de los Presidentes desde Ronald Reagan.
Hoy, muchos están preocupados por las supuestas luces rojas que se encienden con los discursos de Trump sobre el mundo. Profetizan guerras comerciales, muros por doquier, más xenofobia, más racismo, más proteccionismo y como en el período de entreguerras, esta suerte de Hitler americano, si no es detenido institucionalmente -incluyendo un potencial juicio político y hasta un magnicidio-, podría desencadenar hasta conflictos bélicos más graves.
Sin embargo, también podría ocurrir otro desenlace, algo así como el de 1989, al revés, incluso con efectos más benévolos, esta vez, afectando a la propia Estados Unidos, como en su momento impactó sobre la URSS. Las políticas trumpianas podrían generar nuevas alianzas en el mundo: con Rusia e Israel, con Turquía, con Japón y no tanto con Europa ni China ni el Sudeste Asiático ni México. Todo ello no es necesariamente negativo. Tendrían otras consecuencias: el fin de la OTAN, por qué no el achicamiento de la propia UE, etc. Pero a nivel interno de Estados Unidos y esto es lo más grave, sí podría ser un cataclismo: Estados como California y algún otro, que pretendan separarse de la Unión; la amenaza pacífica pero persistente de México, tal como lo profetizó Huntington antes de morir; protestas sociales, que tornen ingobernable al país; represión o militarización y severos cuestionamientos de parte del Partido Republicano, a su nuevo líder, con un Partido Demócrata en una grave crisis. Todo ello puede ocurrir en los próximos meses o años. Por lo pronto, en diciembre, de perder el referéndum constitucional Matteo Renzi en Italia, ello podría desembocar en una crisis tipo Brexit y el año próximo, si llegan a vencer las extremas derechas del Front Nationale en Francia y Alternativa para Alemania en el país germánico, la Unión Europea corre serios riesgos de desmembramiento. Hacia 2018, el Consejo de Seguridad tendría cinco países, liderados por los ya conocidos Putin y Xi-Jinping, pero a los ya agregados Trump y May, podría sumársele Marine Le Pen. Un balance de poder, como sueñan los realistas, pero con líderes totalmente desconcertantes aunque no belicistas.
Desde 1989 a 1991, todo se precipitó y la URSS cayó como si fuera un "castillo de naipes", si bien era concebida como todopoderosa hacía pocos años atrás. La Estados Unidos de Trump, tan preocupado por revitalizarla como Gorbachov a la URSS, da signos evidentes de desgaste e inviabilidad social e internacional. El 8/11 comenzó a escribirse la historia de su final tantas veces anunciado aunque imprevisto?- Será ésa la verdadera causa de la euforia del actual líder del Kremlin, quien ahora visualiza cómo la historia tiene el "corsi e ricorsi" que él tanto esperaba desde su oficina de la KGB en Dresden hace 27 años?
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