VIDA COTIDIANA EN LA ARGENTINA: ENTRE LA VULNERABILIDAD Y EL CAMBIO SOCIOCULTURAL
¿Cómo viven los argentinos hoy? ¿Es igual la vida cotidiana en esta época, que hace 20 o 30 años atrás? ¿Qué factores inciden en la cotidianeidad argentina? ¿Existe una cotidianeidad por clase social, por edad o por género? Todas estas preguntas nos dispararon a reflexionar en este artículo en torno a dos cuestiones, que desde mi punto vista aparecen como una tensión en la sociedad argentina. Por un lado, cierta vulnerabilidad propia de países en vías de desarrollo, pero también característica del orden político ideológico contemporáneo donde la violencia adopta la forma de terrorismo y el lazo social está dañado. Por otro lado, podemos observar en forma paradojal transformaciones socioculturales progresivas y significativas que inciden en las identidades y nuevas percepciones del otro, de la educación, hijos, familia, así como también, nuevas formas de encuentro y desencuentro social en el marco del crecimiento de las mediaciones tecnológicas.
1. Vulnerabilidad
A diferencia de lo que ocurre en países de mayor nivel de desarrollo económico y de sus instituciones, la vida cotidiana en nuestros países está muy atravesada por conflictos sociales y políticos.
Esta más expuesta, casi no hay mediaciones. Aunque no nos interese la política y no querramos participar de ella, la debilidad de las instituciones, la falta de controles y la exposición a catástrofes varias, como cortes de luz o inundaciones urbanas y rurales, para empezar a mencionar algunas cuestiones de un largo listado posible, nos expone a un sinnúmero de situaciones que ponen a prueba nuestra subjetividad, nuestras defensas, nuestros controles, nuestros miedos, nos puede matar o arruinar económicamente, modificando inesperadamente el curso de nuestras vidas.
Los países desarrollados suelen ser más previsibles, todo aparentemente funciona y existen un sinnúmero de reglas que se cumplen y la gente, a su vez, tiene incorporadas para su cumplimiento. Las normas de tránsito suelen cumplirse más, hay más respeto por el peatón y ocurren menos accidentes de tránsito en general.
Podríamos decir que, desde esta perspectiva, la vida cotidiana es más tranquila y previsible. Uno puede planificar el día de tal manera que, si no ocurre una catástrofe, una fatalidad azarosa, todo será como fue previsto. Existe un orden social que lo asegura y las personas se comportan en función de ese orden social. Es decir, que generalmente la vida cotidiana transcurre.
Los trenes en general funcionan a horario, se mantiene una regularidad, las personas hacen lo que deben hacer y se espera que hagan. Si bien no podemos asegurar que dicho orden produce o sea el camino a la felicidad, al menos se vive, aparentemente, de forma más relajada. Como señala Ulrick Beck, el conflicto en estas sociedades aparece más bien como consecuencia del desarrollo. Si algo de esa cuasi perfecta maquinaria deja de funcionar o falla, la sociedad entra en riesgo y las personas se agrupan ya no por los motivos por los que se agrupaba mayoritariamente hasta pasada la mitad del siglo XX, sino que problemas derivados del desarrollo como la contaminación ambiental, o catástrofes naturales o desastres informáticos generan nuevos conflictos, demandas y derechos.
1.1 Tensiones globales que irrumpen. Inseguridades
Sabemos fundamentalmente a partir del 11S, que esa cotidianeidad puede verse alterada por conflictos internacionales que adoptan un formato terrorista, que se despliegan ya no en un frente de batalla, sino en plenos centros urbanos, como la destrucción de las Twin Towers en Nueva York o el Atentado a la AMIA en pleno centro de Buenos Aires, una bomba en una estación de tren urbana como Atocha en España y más recientemente, los asesinatos de 12 caricaturistas de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. A los que se pueden sumar los asesinatos deEstado Islámico, las nuevas formas de antisemitismo que imperan en Europa, los conflictos de Medio Oriente, etc.
Si bien generalmente estas nuevas formas de conflicto político dan cuenta de nuevos malestares en la cultura, ya no cabe, tanto como en otras épocas, diferenciar entre un tipo de países y otros, muchas de estas formas de atentados y agresiones son mundializadas y se dan en distintos escenarios. Cuestiones geopolíticas, mezcladas con fundamentalismos religiosos de distintos signos, algunos más violentos que otros, sumados a intereses económicos generan violencia, extremismo y muerte. Si tradicionalmente cuando hablábamos de la vida cotidiana esto inmediatamente nos llevaba a hablar de nuestra organización doméstica, ya hace largos años que es difícil separar esa organización doméstica, ese mundo de todos los días, en relación a nuestra reproducción de vida, el hecho de tener que trabajar para vivir, eso que se hace sin pensar casi como lo que Schutz llama el razonamiento ordinario, el sentido común de un conjunto de acontecimientos que la atraviesan que son obviamente de distinto orden. En nuestro país, AMIA, Cromagnon, la Masacre de Once, más un conjunto de hechos de inseguridad que afectan fundamentalmente a las personas más alejadas de los accesos urbanos, pero que ya a esta altura nos afectan a todos, ha hecho que nuestra vida se vuelva vulnerable.
1.2 Marginalidad social, desamparo
Así, a estas formas de inseguridad derivadas de cómo se va conformando un orden internacional determinado en el cual, Argentina y America Latina están incluidos, se suma la inseguridad que sufrimos quienes vivimos en los grandes centros urbanos y suburbanos, ya sea por corrupción de funcionarios públicos y políticos como consecuencia de cierta descomposición social, también producto de la impunidad, la exclusión social y el desamparo, la droga, etc.
Quienes habitamos los grandes centros urbanos, viajamos en el transporte público, caminamos rápidamente por la ciudad para desplazarnos de un trabajo a otro, nos enfrentamos a robos, asaltos, tanto en la vía publica como también en nuestras casas. A veces son robos de nuestras carteras, celulares, camperas o autos, otras veces son robos con violencia, también hay peligro de muerte. Ese asedio constante producto de una marginalidad siempre existente, el llamado núcleo duro de la pobreza, el crecimiento y amplificación del narcotráfico, pero también del crecimiento de cierta impunidad, de instituciones que no funcionan (sistema judicial, policía, servicio penitenciario, etc.) generan una sensación de anomia social que hace que las personas cambien su comportamiento cotidiano. Es decir, que ante la percepción de amenaza, hombres y mujeres adoptan conductas defensivas, las cuales se manifiestan de diversas maneras, por dónde se camina en un barrio, qué cartera se lleva, cómo saco el auto del garaje, donde llevo las llaves de mi casa, etc., etc.
2. Cambios sociales que intervienen en nuestra cotidianeidad
2.1 Identidades sexuales
Si bien en estos últimos meses vivimos un escenario cuasi amenazante por hechos internacionales y locales, la muerte aún no esclarecida de un fiscal del Estado, también debemos pensar la cotidianeidad alterada a partir de un conjunto de cambios culturales progresivos. Así como se manifiestan procesos que podríamos denominar en forma simplificada, negativos, ya que inciden en la producción de conductas defensivas o agresivas necesarias frente a un mundo social violento, intolerante, fundamentalista, etc., también podemos advertir otros fenómenos sociales progresivos, que nos llevan a reflexionar en torno del impacto que nuevas dinámicas sociales, como el trabajo, la vida urbana y las nuevas tecnologías tienen sobre los sujetos.
Ya hacia fines de los años setenta, pero fundamentalmente en los años noventa, podemos advertir múltiples transformaciones de la vida cotidiana. Un cambio significativo de la sociedad argentina que es visible especialmente en las grandes ciudades es la feminización del ámbito laboral y también universitario. Se habla de la mujer como jefa de hogar. Si esto era corriente en los sectores populares, aparece este fenómeno en las clases medias por transformaciones de la vida familiar, ausencia o debilitamiento de la figura masculina como proveedor fundamental y único del hogar, o la participación creciente de la mujer en el mercado de trabajo y en cargos directivos.
Este fenómeno -que no es nuevo- se expande y supone numerosos cambios en la dinámica familiar. El manejo del dinero, los roles de cuidado y crianza de los hijos, la negociación de libertades, la vida social etc. Si tradicionalmente el espacio público era el espacio de los hombres, hoy esa dicotomía casi ha desaparecido o al menos si persiste ya no se sostiene discursivamente. Asimismo, la disociación entre sexo y reproducción de la vida modifican las identidades subjetivas, sentidos fijos de la vida familiar, etc.
Esta es una cuestión crucial de la vida contemporánea, la posibilidad que la sociedad se reproduzca sin estar asociada al acto sexual y menos aún a una relación social legal como es el matrimonio, lo cual tiene consecuencias sociales y culturales y subjetivas novedosas. Durante mucho tiempo se sostuvo el discurso social según el cual las personas debían casarse para tener hijos y formar una familia. Eso existe, pero no es una necesidad fundamental. Digo discurso social porque sabemos que nacían hijos extramatrimoniales, había madres solteras, etc. Pero al ser ese el discurso social, los nacimientos fuera de ese tipo de institución familiar eran ocultados y se adoptaba una mirada moralizante negativa fundamentalmente en las clases medias y altas. No decimos que los prejuicios desaparecieron, pero lentamente se van creando leyes que amparan múltiples formas de nacimiento y crianza de los hijos. Así a la forma tradicional de nacimiento se suma, la maternidad consentida que no implica convivencia de la pareja, parejas que alquilan vientres para tener hijos biológicos, parejas que adoptan, parejas homosexuales que adoptan, madres solteras que deciden tener hijos en forma conciente, etc. Así surge una multiplicidad de modelos familiares que tiene profundas implicancias en la generación de nuevas subjetividades e identidades.
La ley del matrimonio igualitario ha tenido implicancias en la legitimación pública de vínculos amorosos homosexuales, que habilitan la conformación de familias donde hay dos padres o dos madres, ¿qué significa eso, como vivencian la situación los hijos que dichas relaciones adoptan? Como se construye la maternidad y o la paternidad, es algo nuevo. ¿La paternidad no está ya más asociada a una identidad masculina? ¿O la maternidad a una identidad femenina? ¿Qué es lo femenino en una relación lésbica? ¿Cómo es la maternidad en una mujer lésbica? Por otro lado, el reconocimiento social de la diversidad sexual pensamos que debe tener consecuencias en las identidades heterosexuales y en sus formas de encuentro amoroso, en las identidades masculinas como en las femeninas. Tema también a reflexionar en relación a una nueva cotidianeidad afectiva.
2. 2 TICS. La tecnología atraviesa nuestras subjetividades y las produce
Y vinculada con la anterior es la reflexión en torno a la conformación de las identidades, problemática que también se manifiesta con la denominada primero cultura de la imagen (fotografía, cine, TV), y luego con la participación de los sujetos en hacer imágenes de sí mismos en forma permanente, las llamadas selfies. Podemos afirmar en forma contundente que han cambiado radicalmente las formas comunicación y esto supone nuevas relaciones sociales, nuevas percepciones de sí mismo, etc.
El celular, por ejemplo, que ya no es un teléfono, sino adopta el lugar de una pequeña computadora, constituye un adminículo que gestiona la ansiedad del encuentro y ahora también del conocimiento de nuevas personas para relacionarse. El teléfono originalmente servía para vincularnos con otros conocidos, para trabajar a través de una conversación y una nueva forma de hablar desde sitios determinados. Ahora podemos estar en ningún lugar. Nos comunicamos desde ningún lugar a otro ningún lugar, con otra ninguna persona. ¿Quién es el otro en el celular o en internet? El celular hoy en día parece ser todo. Podemos conseguir taxis, mandar e-mails, mensajes y hasta conseguir parejas o relaciones casuales mediante una creciente variedad de aplicaciones que nos indican según nuestras preferencias quien se encuentra cerca de nosotros.
La ausencia del encuentro con otro mediante un cuerpo que nos pone en juego es para mí el rasgo epocal significativo en torno al lazo social en sus diversas manifestaciones subjetivas, políticas y culturales ¿Quién habla, quién escribe, quién es la persona que se muestra en las redes sociales? En una nueva necesidad de atrapar un lugar y de redefinir el espacio, podemos comprender por qué cuando las personas hablan por su celular desde el transporte público muchas veces hacen referencia al lugar donde están, como una manera de anclar con otro, dónde estamos y fijar un punto en el espacio urbano. Como si siempre estuviera la angustia de que las personas no se van a encontrar, el celular y el contacto fluido por sms o whatsapp frena ilusoriamente la angustia, nos ubica en la maraña de una megalópolis resignificada en las redes de información contemporánea. Las personas están en todos y ningún lugar al mismo tiempo, todo se vuelve más efímero, etéreo, fugaz, más cool, supuestamente más débil y liviano.
Pero como decía ya hace algún tiempo Jameson en su clásico La lógica cultural del capitalismo tardío, no es que las personas no sientan, no sufran o no se angustien, el tono emocional base contemporáneo tiene otra intensidad, es más eufórico. Jameson explicaba esta nueva sensibilidad aludiendo al emblemático cuadro de Edvard Munch El grito (1893), a partir del cual pretendía señalar que en la posmodernidad los sujetos ya no tenían una subjetividad constituida por un interior que se expresaba en el exterior. Esa subjetividad burguesa propia del capitalismo liberal y culturalmente expresada por el modernismo crítico de esa subjetividad y de las formas de dominación burguesa, se podía describir como alienada, reprimida, histérica… En este nuevo dominante cultural -como prefería hacer referencia Jameson al definir “nuestro tiempo”- las personas expresan sus sentidos, emociones vivencias y su dolor humano, en la distintas rupturas de cadenas de significantes, revelando un nuevo tipo euforia, no ya trágica o sufriente. Nos parece importante señalar, que si bien Jameson escribió esta tesis cuando la computadora y la informática recién empezaban a atravesar la dinámica económica capitalista, hoy en día ese tono emocional base es dominante en los procesos de globalización y se expone cotidianamente en los textos de las redes.
Palabras finales
Nos hemos propuesto describir a través de estas líneas algunos rasgos fuertes de la cotidianeidad contemporánea argentina. El tema es muy vasto y da para diversas investigaciones socioantropológicas y psicológicas. Cierta percepción de nuevas formas de violencia y agresividad cotidiana, de carácter social, pero también político cultural, nos lleva a pensar en la necesidad de promover cada vez más la palabra y el debate. Cómo encarar situaciones de catástrofe o de masacre en un extremo, cómo encarar situaciones de inseguridad cotidiana, donde también algunas veces queda expuesta nuestra vida. En otro plano también podemos vislumbrar cambios culturales renovadores en términos de identidades sociales, subjetivas y sexuales, lo cual daría cuenta de una sociedad más libre y tolerante. En estas paradojas se despliega nuestra cotidianeidad.
*Ana Wortman es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Investigadora del Instituto Gino Germani en el Área de Estudios Culturales.
Extraído de la Revista Topía. Gentileza de mi amigo cordobés Juan Iribas.
https://www.topia.com.ar/articulos/vida-cotidiana-argentina-vulnerabilidad-y-cambio-sociocultural
https://www.topia.com.ar/articulos/vida-cotidiana-argentina-vulnerabilidad-y-cambio-sociocultural
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