¿Por qué los latinos definirán el próximo presidente de EEUU?
Por primera vez en la historia, los electores blancos son menos del 70% del total de los inscritos para votar el 8 de noviembre. El rápido incremento de la importancia política de los hispanos beneficia al Partido Demócrata, ampliamente respaldado por este segmento. Sin embargo, encuestas indican que Hillary Clinton es impopular y esto pudiera reducir la participación de los grupos pequeños, lo que da a Donald Trump opciones de triunfo a pesar de que sectores minoritarios lo rechacen. Faltan 100 días para las elecciones y expertos advierten que la campaña será muy agresiva
diario el nacional, 31 DE JULIO 2016
Dos hombres blancos mayores de 55 años de edad. Con Donald Trump para presidente y el gobernador de Indiana, Mike Pence, para vicepresidente, de esa manera se podría resumir de forma general el perfil de los integrantes de la plancha que presenta el Partido Republicano para las próximas elecciones de Estados Unidos. En términos de edad, raza y sexo, es la propuesta más tradicional que las dos principales organizaciones políticas de ese país presentan desde 2004, cuando George Bush y Dick Cheney dieron a la tolda conservadora su última victoria presidencial.
Pero mientras los republicanos se han hecho más tradicionales, el electorado estadounidense ha crecido en términos étnicos y es ahora más variado que nunca debido a que casi un tercio de los votantes son afroamericanos, hispanos o asiáticos. Esto beneficia al Partido Demócrata, el cual presenta para esta contienda a Hillary Clinton y al senador de Virginia Tim Kaine.
Sin embargo, si bien en el papel esta propuesta es histórica debido a que por primera vez da a una mujer la posibilidad de ganar la Casa Blanca, también esconde un trasfondo muy tradicional: Clinton ha sido parte de la política estadounidense desde los ochenta y eso le ha ganado la identificación de “candidata del status quo”.
No resulta tan extraño entonces que los dos aspirantes presidenciales cuenten con los índices de aprobación más bajos en más de 20 años. Según una encuesta de Pew Research Center hecha a finales de junio, 58% del electorado no está satisfecho con los postulados y 41% considera que ninguno de los dos sería buen presidente.
“He cubierto elecciones presidenciales por 40 años y estos son los peores candidatos que he visto. Trump es solo un animador de reality shows sin experiencia política y Clinton no tiene ideas nuevas”, lamenta Robert Guttman, director del Centro de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de George Mason, en Washington DC.
“Es increíble que, de los casi 20 postulados que hubo entre los dos partidos, resultaron nominados los dos más polarizantes”, agrega Jonathan Obert, profesor de Ciencias Políticas en el Amherst College, en Massachussets.
Este último dato parece clave para explicar por qué las elecciones del próximo 8 de noviembre pudieran tener una participación alta a pesar del poco ánimo que generan los postulados en algunos segmentos de la sociedad.
Según el sondeo de PEW, 74% de los interrogados consideran que el resultado de estos comicios es muy importante para avanzar sobre los problemas que encara el país, mientras que 80% dice que ha pensado “bastante” en la elección. Ambos porcentajes son los más altos desde 1992. Los demócratas y algunos independientes están preocupados por lo que haría Trump en la Casa Blanca y los republicanos temen a lo que intentaría Clinton desde ese mismo lugar.
¿Oportunidad perdida? El Partido Demócrata, que actualmente gobierna con Barack Obama, no ha ganado más de dos elecciones presidenciales seguidas desde 1948, cuando Harry Truman venció al republicano Thomas Dewey para que esta organización política lograra dominar la Casa Blanca por 20 años continuos entre 1933 y 1953.
Desde entonces, solo los republicanos han podido gobernar una vez por más de 8 años seguidos, por lo que en esta ocasión la historia parecía estar a favor de ellos. Sin embargo, la demografía cambiante de Estados Unidos ha hecho que el electorado blanco, más propenso a votar por la tolda conservadora, se reduzca por primera vez a menos de 70% del total mientras que aumenta el de las minorías, que apoya con fuerza a los demócratas. Esto les genera un obstáculo fuerte para reconquistar la Casa Blanca, el cual amenaza con hacerse más difícil de superar con cada año que pasa.
En 2013, un año después de que Mitt Romney perdiera con Obama debido al apoyo aplastante que el presidente obtuvo del electorado minoritario en las elecciones de 2012, el Comité Nacional Republicano presentó un informe de 100 páginas en el cual destacó una conclusión: la organización debía aumentar su alcance entre los votantes afroamericanos, hispanos, asiáticos y homosexuales.
Tres años después, parece que se olvidó ese consejo. La plancha encabezada por Trump se ha encargado de enemistarse con esos cuatro grupos. Con su reacción ante la violencia desencadenada entre oficiales de policía y jóvenes de color ha molestado a los afroamericanos; con su propuesta de construir un muro “grande y hermoso” en la frontera con México ha irritado a los hispanos; con la idea de prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos ha indignado a los asiáticos; y, como si fuera poco, su compañero de fórmula ha sido tildado de homofóbico desde hace años.
“Cualquier republicano distinto a Trump hubiese vencido a Clinton. Si (John) Kasich o (Marco) Rubio hubiesen sido nominados, estuvieran arriba en las encuestas por más de 10 puntos en este momento”, comenta Guttman.
Trump solo tiene 7% de apoyo entre los afroamericanos y 24% entre los hispanos, según la encuesta de PEW de finales de junio. Eso es levemente superior a lo que obtuvo Romney con el primer grupo en 2012, pero 3 puntos por debajo de lo que logró con el segundo. De continuar las cifras así, será difícil para los republicanos ganar en noviembre.
“Si el terrorismo y la situación económica empeoran, los republicanos pudiesen beneficiarse. Esto es particularmente cierto si Trump sigue demostrando políticas económicas explícitamente nacionalistas. Todo dependerá de si esos temas cobran más importancia que aspectos sociales como el aborto y los derechos de homosexuales, que perjudican mucho a los republicanos entre los jóvenes”, advierte Obert.
El camino de Trump. Al magnate de Nueva York le queda un recurso disponible si no consigue reducir la brecha que tiene actualmente Clinton entre los votantes minoritarios: debe aumentar la participación del electorado blanco y propiciar una reducción de la votación de los grupos restantes.
“Por ahora Clinton está en la delantera, pero queda una gran incertidumbre: ¿moverá Trump a más votantes de los que aliene? Por ser un candidato tan poco convencional y polarizante, no sabemos si va a deprimir la base republicana o movilizará nuevos electores”, advierte Javier Corrales, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard.
Desde que comenzaron las primarias de su partido, Trump ha alardeado sobre el supuesto de que anima a más votantes que cualquier dirigente político en este momento. Su discurso fuerte contra la inmigración ilegal y nacionalista en varios sentidos ha despertado la pasión entre los blancos con bajo nivel educativo y obreros industriales, por lo que su campaña afirma que incrementará la participación de este grupo y con esto puede neutralizar el ascenso de las minorías.
Según datos de PEW, desde 1988 el grupo étnico con mayor participación porcentual tiende a ser el de los blancos, con entre 60% y 70%. Le siguen los afroamericanos, que en 2012 llegaron incluso a estar levemente por encima de este primer grupo, y luego están los hispanos y asiáticos, con entre 47% y 50% desde 2008.
Siendo Clinton una candidata poco popular, existe el riesgo de que disminuyan los niveles de participación entre los electores demócratas y especialmente de las minorías, más si se considera que una figura carismática como Obama ya no será el centro de atención.
“Clinton es pésima en campaña, por lo que Trump pudiera ganarle a pesar de todo. Recordemos cómo perdió las primarias de 2008 contra Obama cuando se pensaba que era invencible”, señala Guttman.
La buena noticia para quien fuera secretaria de Estado, primera dama y senadora por Nueva York es que Trump tiene problemas para atraer a otro grupo que va más allá de las minorías: las mujeres.
Los demócratas ganaron este segmento del electorado por 14 puntos en 2008 y 15 en 2012. En esta ocasión están arriba por 24, indica el estudio de PEW.
Durante su campaña, el candidato republicano ha irritado también a este grupo con distintas declaraciones. En un debate insinuó que la periodista de Fox News que estaba moderando la discusión tenía la menstruación y por eso le hacía preguntas fuertes y, meses después, aseguró que Clinton jugaba “la carta del género” y que si fuera un hombre no ganaría la candidatura de su partido.
“Con todo lo que hemos visto, sabemos que Trump no va a mejorar los números de los republicanos entre las mujeres, las minorías y los habitantes de las zonas urbanas. La pregunta que queda es si llevará a las urnas a personas que generalmente no votan”, añade Corrales.
Campaña sucia. Fiel al estilo que tuvo en las primarias contra sus adversarios republicanos, la campaña de Trump ha atacado fuertemente a Clinton desde el primer momento para evitar que su imagen mejore.
En la Convención Republicana, que se celebró en Cleveland, Ohio, entre el 18 y el 21 de julio, la mayor parte de los discursos estuvieron dirigidos a cuestionar la labor de Clinton como secretaria de Estado y recordar la controversia causada por el uso de su correo electrónico personal para manejar información confidencial cuando dirigía el Departamento de Estado. También remarcaron su relación con Wall Street y el financiamiento que ha recibido de esa fuente.
“Esta va a ser una de las contiendas con contenido más negativo de toda nuestra historia. Trump no tiene realmente nada que ofrecer, por lo que atacará a su rival calificándola de deshonesta. Clinton, por su parte, va a decir que su contrincante no está preparado para la Presidencia”, advierte Guttman.
Hasta ahora los republicanos han intentado neutralizar la ventaja que podía tener Clinton en lo relativo a relaciones internacionales criticando las decisiones que tomó como secretaria de Estado y algunas medidas de Bill Clinton en la Presidencia, como la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el cual aseguran que ha hecho que se pierdan empleos en Estados Unidos por empresas que se mudaron a México.
“La campaña republicana se debe enfocar en el terrorismo, mientras que la de los demócratas debería hacer hincapié en temas sociales y la recuperación que ha tenido la economía”, considera Obert.
El estudio de PEW encontró que los encuestados dan clara ventaja a Clinton en asuntos como relaciones raciales, aborto y seguro médico. Trump gana en la categoría de reducir los intereses especiales de grupos económicos. En otras cuestiones, como prevenir ataques terroristas, manejar la inmigración y la economía, los números están reñidos.
El proceso. Las campañas presidenciales estadounidenses tienen distintos momentos trascendentales entre los que se cuentan la elección de los aspirantes a vicepresidente, las convenciones de los partidos, los debates y el cierre final en los estados reñidos que terminan definiendo la elección.
En esta oportunidad, las dos campañas fueron cautas en la selección de compañeros de fórmula y escogieron dirigentes muy tradicionales, a pesar de que hubo rumores que apuntaban a figuras llamativas que podían atraer a las minorías o jóvenes.
Con Pence, Trump apeló a un político que puede unir a la base republicana y animar a los conservadores religiosos dudosos del candidato. Con Kaine, Clinton optó por un moderado que la puede ayudar en los estados con mayoría blanca y con alto porcentaje de mano de obra industrial. El senador también habla español y fue misionero jesuita en Honduras, por lo que podría comunicarse con los hispanos.
Faltan exactamente cien días para los comicios. Los debates presidenciales serán el 26 de septiembre, el 9 de octubre y el 19 de octubre. Ese es el tiempo y las oportunidades que tienen los dos aspirantes ante una gran audiencia para mejorar su imagen y animar a los votantes.
A finales de junio PEW encontró que 55% de los seguidores de Trump lo apoyaban como una forma de ir contra Clinton, a la vez que 50% de los partidarios de la demócrata la respaldaban solo para votar contra el republicano. ¿Conseguirán con una campaña electoral que los electores voten por ellos en noviembre y no solo en contra de su rival? Ese aspecto puede ser clave para que las minorías se movilicen.
27 millones de hispanos podrán votar el 8 de noviembre
Los electores de origen latino son los más jóvenes y tienen bajos índices de participación, lo que puede perjudicar a los demócratas
El 4 de noviembre de 2014 el Partido Demócrata sufrió una de las peores derrotas de su historia en elecciones de medio término. Una de las causas principales de ese suceso estuvo directamente vinculada a los votantes hispanos: tuvieron la participación más baja desde 1986, pues solo 27% sufragó.
En los últimos 16 años el electorado de origen latino es el que ha aumentado de manera más acelerada, pasando de 7% del total en el año 2000 a 12% en 2016. Según el PEW Research Center, 27 millones están inscritos para votar en las próximas presidenciales del 8 de noviembre y podrían influir en los resultados de Florida, Arizona, Colorado y Nevada, cuatro estados reñidos en los que representan un porcentaje del electorado superior a su media nacional.
En otras entidades clave su cuota entre los votantes es menor, pero en casos muy cerrados pudieran influir.
“En Carolina del Norte solo 2,4% de los votantes son latinos. Más de 70% de ellos votaron nacionalmente por el candidato demócrata en las elecciones pasadas y esta vez pudiera haber un “efecto Trump” que lleve a estos electores a favorecer a Clinton con niveles aún más altos y de manera decisiva”, explica David Fitzgerald, profesor de la Universidad de San Diego y experto en temas de inmigración.
Pero el impacto de los hispanos pudiese reducirse si no acuden a las urnas de votación. Luego de 2016 este grupo podría convertirse en el segundo más grande de Estados Unidos, superando a los afroamericanos, pero su influencia pudiese seguir relegada si no aumenta su porcentaje de participación: entre 1996 y el presente los negros incrementaron su votación en presidenciales más de 10 puntos para superar 65%, mientras que los latinos se quedaron estancados por debajo de 50%.
Una de las razones de esto es que los hispanos son el grupo étnico con mayor cantidad de jóvenes, segmento que generalmente participa menos. Según PEW, 44% de los electores latinos son millennials(menores de 35 años), en comparación a 35% de los afroamericanos, 30% de los asiáticos y 27% de los blancos.
Para Clinton esto representa un doble problema, pues ha tenido dificultades para atraer a los jóvenes desde la precampaña.
Decisión. Los votantes hispanos en Estados Unidos no son un grupo homogéneo y su tendencia política tiende a depender de su origen y edad.
“Los mexicanos y puertorriqueños suelen favorecer a los demócratas. El perfil de los cubanos ha cambiado mucho. Históricamente han favorecido a los republicanos, pero ahora están divididos casi igual entre los dos partidos porque los jóvenes votan por los demócratas”, advierte Fitzgerald.
En Arizona, Colorado y Nevada hay más votantes de origen mexicano, lo que debe beneficiar a Clinton. En Florida, por su parte, el grupo más relevante son los cubanos, aunque el profesor de la Universidad de San Diego indica que ha habido un flujo de puertorriqueños que pudiera inclinar la balanza hacia los demócratas.
Con 29 votos electorales, Florida es el estado reñido con más peso para la elección, por lo que su resultado podría determinar el próximo presidente. Una encuesta hecha a finales de junio por Survey USAindicó que 61% de los hispanos no cubanos respaldan a Clinton en el estado, pero los cubanos favorecen a Trump con 45%. 11% de ellos sigue indeciso y su elección final será clave.
En este pequeño grupo está Marta Bacalao, una cubana que emigró al sur de Florida tras la llegada de Fidel Castro al poder y está casada con un venezolano.
“Nos hubiera gustado tener otro candidato republicano. Pensábamos que sería bueno un cambio de partido después de los 8 años de los demócratas, pero ahora todavía no sabemos”, explica Bacalao.
Entre algunos cubanos Trump no genera el mismo rechazo que en hispanos de otro origen y Clinton no termina de convencer.
“De Trump no nos gusta su forma de expresarse y de Hillary no nos gusta su relación con Wall Street. En resumidas cuentas, trataremos de votar por el menos malo”, añade.
Los hispanos de origen venezolano que están registrados para votar representan menos de 1% dentro de este grupo. Según datos de PEW son cerca de 100.000.
Los expertos no creen que el tema de Venezuela pueda tener mucho impacto sobre la campaña, aunque dependerá de la gravedad de la crisis interna.
“Si hay una implosión, Trump presionará a Obama para que tome acciones duras, aunque él ha sido menos susceptible que otros presidentes a este tipo de presión”, advierte Javier Corrales.
Robert Guttman desestima esa posibilidad: “No sé si Trump sepa dónde está Venezuela, a menos que tenga un hotel o una cancha de golf allí”.
Los otros puestos en juego y cómo luce el futuro
Hillary Clinton y Donald Trump no son los únicos candidatos que competirán el 8 de noviembre, ni la Presidencia es el único puesto que se elegirá. Los analistas advierten que los resultados de ese día pueden tener un impacto significativo sobre el futuro de Estados Unidos, aunque desestiman que haya cambios demasiado radicales.
-Gary Johnson, candidato del Partido Libertario, y Jill Stein, del Partido Verde, son los independientes más reconocidos que aspiran a la Presidencia. Aunque no tienen posibilidades de ganar, analistas opinan que pudieran ocasionar una derrota a alguno de los candidatos importantes en un estado reñido con votación cerrada. Johnson era republicano y fue gobernador de Nuevo México, por lo que podría perjudicar a Trump.
-34 de los 100 escaños del Senado también van a elección, así como los 435 curules de la Cámara de Representantes. Por la forma en que están distribuidos los distritos geográficamente, se espera que los republicanos mantengan el control del Congreso. De ganar el Partido Demócrata, esto lo perjudicaría. “Incluso los republicanos a los que no les gusta Trump son beligerantes ante Clinton”, recuerda Javier Corrales.
-Jonathan Obert duda de la capacidad que pueda tener Donald Trump para llevar adelante cambios radicales y varias de sus propuestas si es elegido. “Como presidente, se vería forzado a negociar con otros poderes del Estado, lo que probablemente lo llevaría a moderar muchos de sus planes más extremos”, comenta el politólogo.
-La sociedad estadounidense pasa por momentos de fuerte polarización y tensiones raciales. Sin embargo, los expertos dudan de que Clinton o Trump puedan resolver la situación. “El problema es que distintos grupos de estadounidenses perciben el problema racial de manera totalmente distinta”, advierte Obert.
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