Cuando se realizó la transición política española, una de las cartas con las que negociaron los grandes partidos (PSOE y PP), fue la catalana.
Negociaron con el partido Convergencia i Unió de Jordi Pujol, su poder alternativo, para ganar las bancas necesarias y consolidar sus gobiernos respectivos. No se preocuparon en aquel momento, por la corrupción del pujolismo en Cataluña ni mucho menos por la creciente efervescencia independentista. A cambio, hicieron todo tipo de concesiones en el marco de la autonomía catalana, lo cual generó expectativas desmedidas que sobre todo, después de la crisis financiera de 2008-2009 y una torpe decisión posterior del Tribunal Constitucional, no hicieron más que crecer durante los períodos de la Generalitat de Artur Mas y Carles Puigdemont.
Por todo ello, lo que hemos visto en las últimas semanas en Cataluña, es el resultado indirecto del cinismo de la clase dirigente bipartidaria madridista.